Alfonsina vio que Valentino estaba raro y se acercó a preguntar:
-¿Valentino que pasa?. ¿Te sentís bien?.
-Me siento extraño, tengo dentro de mí un sentimiento que no me gusta.
-¿Me puedo sentar y me contás?.
-Gracias Alfonsina, aunque te quedes conmigo y no me digas nada, necesito tu compañía. A veces el silencio consuela más que las palabras más dulces.
-Acá me quedo hasta que decidas contarme, o no me quieras decir nada.
-Tengo miedo Alfonsina.
-¿Miedo de qué?. ¿De quién?.
-Le tengo miedo a la vida.
-¿A la vida?. Pero si tus ojos Valentino brillan de tanta paz y alegría que brota de tu interior.
-Tengo miedo de hacerme grande.
-Pero eso es inevitable, los dos vamos a cambiar.
-Eso es lo que no quiero, yo sé que voy a crecer, pero no quiero ser grande, porque cuando deje de ver la vida como la veo yo, en ese momento habré perdido las ilusiones, los sueños no tendrán valor, y lamentablemente me habré convertido en un adulto.
-¿Valentino que pasa?. ¿Te sentís bien?.
-Me siento extraño, tengo dentro de mí un sentimiento que no me gusta.
-¿Me puedo sentar y me contás?.
-Gracias Alfonsina, aunque te quedes conmigo y no me digas nada, necesito tu compañía. A veces el silencio consuela más que las palabras más dulces.
-Acá me quedo hasta que decidas contarme, o no me quieras decir nada.
-Tengo miedo Alfonsina.
-¿Miedo de qué?. ¿De quién?.
-Le tengo miedo a la vida.
-¿A la vida?. Pero si tus ojos Valentino brillan de tanta paz y alegría que brota de tu interior.
-Tengo miedo de hacerme grande.
-Pero eso es inevitable, los dos vamos a cambiar.
-Eso es lo que no quiero, yo sé que voy a crecer, pero no quiero ser grande, porque cuando deje de ver la vida como la veo yo, en ese momento habré perdido las ilusiones, los sueños no tendrán valor, y lamentablemente me habré convertido en un adulto.
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