Sergio estaba jugando en el parque, como siempre, mientras su madre le observaba atentamente. De repente, dejó el parque atrás y salió corriendo hacia su madre:
- Ya lo he decidido, mamá. Ya sé lo que quiero ser de mayor. - dijo Sergio.
- ¿De mayor? - repitió su madre, sorprendida - Pero hijo, si aún te quedan muchos años para ser mayor. No te pongas a pensar en lo que quieres ser, simplemente sé lo que quieras en este presente.
- Está bien, pues entonces desde ahora mismo voy a ser vendedor de tiempo.
- ¿Vendedor de tiempo? ¿Y en qué consiste eso?
- Mamá, es muy sencillo. Últimamente, en el colegio no hablamos de otra cosa. Muchos amigos dicen en clase que no hablan con sus padres, que ellos siempre están trabajando y preocupados por muchas cosas, y que no tienen tiempo de prestarles un poco de atención.
Por eso, yo he pensado en ayudarles, y si les vendo un poquito de tiempo a sus padres, podrán hablar más con ellos. Al fin y al cabo, yo tengo muchísimo tiempo, y me sobra para hablar con vosotros.
La madre miró a su hijo sorprendida. "Qué inteligentes son los niños", se dijo. Le sonrió y le abrazó con todas sus fuerzas, regalándole un poco más de tiempo para que él lo vendiera a los papás de sus amigos.
- Ya lo he decidido, mamá. Ya sé lo que quiero ser de mayor. - dijo Sergio.
- ¿De mayor? - repitió su madre, sorprendida - Pero hijo, si aún te quedan muchos años para ser mayor. No te pongas a pensar en lo que quieres ser, simplemente sé lo que quieras en este presente.
- Está bien, pues entonces desde ahora mismo voy a ser vendedor de tiempo.
- ¿Vendedor de tiempo? ¿Y en qué consiste eso?
- Mamá, es muy sencillo. Últimamente, en el colegio no hablamos de otra cosa. Muchos amigos dicen en clase que no hablan con sus padres, que ellos siempre están trabajando y preocupados por muchas cosas, y que no tienen tiempo de prestarles un poco de atención.
Por eso, yo he pensado en ayudarles, y si les vendo un poquito de tiempo a sus padres, podrán hablar más con ellos. Al fin y al cabo, yo tengo muchísimo tiempo, y me sobra para hablar con vosotros.
La madre miró a su hijo sorprendida. "Qué inteligentes son los niños", se dijo. Le sonrió y le abrazó con todas sus fuerzas, regalándole un poco más de tiempo para que él lo vendiera a los papás de sus amigos.
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